Tejedoras
I’m interested in imperfection. I’ve learned that mistakes are sometimes very valuable, even beautiful. Perfection is imperfect but imperfection is perfect. When the weavers of Navajo tribes make a blanket with a totally symmetrical pattern, they reject it. It has no magic. If there’s something that somehow fucks up the symmetry in some small way, then it has a little opening for something magical.
Jim Jarmusch.
[The Navajo Weaver (1905), Edward Curtis].
Las tejedoras del pueblo Navajo atribuyen su pericia al don otorgado por la Mujer Araña, deidad benefactora de su mitología. La araña, símbolo de la recursividad laboriosa y la sabia capacidad de supervivencia, no necesita más que de sí misma, del hilo sedoso de su abdomen, para procurarse sustento, cobijo y movilidad. De igual manera, las mujeres nativas se apoyaron en sus habilidades silenciosas para navegar todos los tumultos históricos bajo el impulso de sus dedos. Cada vez que una tejedora debía sentarse frente al telar para una nueva creación, posaba previamente sus manos en telarañas, invocando la destreza de la Diosa.
[Arachne (1884), Otto Henry Bacher].
Ser impregnada de la creatividad arácnida implicaba total espontaneidad sin diseño planificado, dejando fluir la intuición a medida que la tela se desarrollaba hilo a hilo. Las líneas no debían alcanzar plena simetría, dejando más bien su número irregular de un lado y de otro, pues la precisión estaba reñida con una inspiración mágica que avanzaba con ritmo propio. La perfección pertenecía sólo a divinidades, a las cuales se les ofrecía respeto mediante el defecto intencional.
[Germantown Eyedazzler Rug (siglo XIX), cultura Navajo/Diné].
Las tejedoras creían que su propia alma quedaba entrelazada en el diseño que producían. Por ello, habitualmente dejaban un hilo suelto dentro de la pieza, invisible para ojos extraños, pero presente en su memoria. El espacio fuera de la urdimbre no sólo recordaba el agujero sagrado de la telaraña: también permitía al alma escapar tras el cierre de la labor. Un gesto que remite a la liberación del creador con respecto al siempre paralizante perfeccionismo que teje y desteje en abigarrada e infinita búsqueda. Al contemplar la trama textil de los Navajos, pareciera que también se nos libera con compasión de una simetría que podría ser fatalmente hipnótica.



